martes, 11 de septiembre de 2007

Fuego y Agua I

El fuego purifica, el fuego limpia.

Colocaba la madera recién cortada en la chimenea recitando su ensalmo. Era una madera húmeda, y tardaría en arder bien, pero tenia que encender el fuego del hogar y empezar a quemar los recuerdos que tanto dolor le desataban. Ya había amontonado algunos de ellos, los que consideraba mas importantes, en un lado, y esperaba buscar y recoger todos los demás mientras estos ardieran.

El fuego purifica, el fuego limpia.

Las palabras resonaban en su mente desde que se las dijera un amigo. “Quema los recuerdos físicos para olvidar los de la mente. El fuego purifica, el fuego limpia.” Y las repetía en voz alta mientras prendía el papel de periódico y lo metía entre los leños. Sopló un poco, intentando ayudar a la madera, pero estaba demasiado húmeda y solo lograba aumentar la cantidad de humo. Ya llevaba bastantes periódicos gastados, y no quería salir de la casa, no ahora que tenía decidido que hacer. Miro alrededor, hasta que sus ojos se posaron en la silla de madera que ella solía usar para comer.

El fuego purifica, el fuego limpia.

Era un recuerdo mas, solo con ver la silla la veía a ella sentada. La levantó y la golpeó contra el suelo, con tal rabia que la madera saltó en varias direcciones. Cogió los mayores trozos que pudo encontrar, y sustituyo algunos leños húmedos por los restos secos. Esta vez el fuego que purificaría y limpiaría su alma prendió sin problemas. Cogió el primer álbum de fotos, uno de cuando aun eran novios, cuando aun no pensaban en bodas o niños, y empezó a sacar foto a foto y dejar que las lenguas carmesíes hicieran su trabajo.

El fuego purifica, el fuego limpia.

Ya había terminado con las fotos del nacimiento del segundo hijo, y ahora sostenía una de una excursión al campo. Allí estaban todos, mirándole a través de la imagen estática, sonriéndole sin cesar. Recordaba ese día, fue poco antes de que empezasen los problemas, de que empezase a ir todo mal, aunque ya habían pasado 3 años. No quería olvidar eso, no quería quemar esa imagen. Pero una lengua de fuego ya estaba lamiéndola. Intento retirar la foto rápidamente, pero parte de ella ya ardía.

El fuego purifica, el fuego limpia.

La arrojó al suelo y la piso para apagarla, pero con el otro pie golpeo una de las maderas húmedas, ya secas después de tanto tiempo cerca de la chimenea, y esta golpeó el interior del hogar, haciendo que restos ardientes de madera saltasen por media habitación. Los álbumes vacíos prendieron con gran velocidad, y en pocos segundos estaba rodeado de llamas. Estas trepaban por los cortinajes de las ventanas, y corrían por la alfombra, dejándole sin aire ni salida.

El fuego purifica, el fuego limpia.

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