martes, 11 de septiembre de 2007

Eternos rivales VII


Una figura se eleva por encima del bosque, con los pies rozando las copas de los árboles. A su espalda, el sol tiñe el paisaje de rojo. Debajo, observa lo que parece un campo de batalla devastado, árboles caídos, suelo dañado, que conforma un cuadrado casi perfecto en medio del bosque. Sabe bien que paso aquí, y tenia que volver aprovechando que los investigadores se habían marchado. Pero quiere saber que pasó después. Extiende el brazo, la palma hacia arriba y los dedos estirados, y forma una esfera de cristal, de aspecto carmesí ante la luz del sol. Observa...

Un agente, un chico joven, con gafas y pelo corto, estudia mediante distintas máquinas los restos de una túnica. Parece fascinado por algo en ella.

Dos seres enormes prosiguen su lucha en su mundo, sin ser interrumpidos de nuevo, al menos por ahora.

Dos agentes, un hombre y una mujer, cenan una hamburguesa en la barra de un bar. La mujer tiene algunas magulladuras, y parece que cada movimiento le cuesta horrores, pero se esfuerza por aparentar que esta bien. Su compañero intenta ignorarla, pero se ve preocupación en sus ojos cuando la mujer hace algún gesto demasiado brusco.

El chico joven parece haber descubierto algo en la túnica, y habla a través de una radio con prisa y nerviosismo.

Los dos agentes cogen el teléfono móvil, y se miran con preocupación, antes de dejar un billete en la barra y salir corriendo.

Uno de los seres flaquea momentáneamente, y el otro aprovecha para atravesarle con su arma. El ultimo pensamiento del caído sale de sus labios mientras forma una sonrisa.

“Venganza”

La figura cierra la mano, formando un puño que aprisiona la esfera sangrante. Una sonrisa deja ver unos dientes brillantes, y una palabra escapa.

“Libertad”

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