viernes, 28 de septiembre de 2007

Historia humana para duendes, lección III

- ... y recordad que mañana toca examen – concluyó el anciano duende. – Y nada de protestas, llevo avisándoos desde hace una semana.

Tan pronto como salió por la puerta, los alumnos empezaron a hablar entre ellos, como de costumbre. Pero el mayor corro estaba alrededor de la mesa de Imada.

- ¿Qué paso después? – Preguntaba un duendecillo.

- Sigue la historia – pedía la driada.

- ¿Qué ocurre? – Quería saber el lento del troll.

- Vale, vale... – comenzó el hada -, separaos un poco y os seguiré contando. – Se aclaro un poco la garganta a la vez que se elevaba para que pudieran oírla mejor.

“Monté en el carro del señor Niddles, que empezó a rugir como un hipogrifo, y se movió tan rápido como el viento. Dentro había muchos botones, pero el señor Niddles no me dejaba tocar ninguno. El, en cambio, iba tocando botones, palancas y girando una rueda que tenia delante. Al pulsar uno de ellos empezó a oírse una extraña música, con sonidos que nunca había escuchado antes, pero me gusto mucho. Le pregunte que de donde salía la música, y dijo que era de la “Radio”. El resto del viaje estuvimos oyendo muchas canciones diferentes, hasta que llegamos a su casa.

Metió el carro en una especie de cueva, y lo cerro con una llave. Entramos en una puerta y vi la casa mas rara del mundo. Tenia varias mesas, y estanterías con libros, y sillas, pero algunos de los libros eran muy raros, con muchos dibujos, algunos tan reales que parecía que alguien hubiera encantado a la persona y la hubiera metido dentro del papel. Pero aparte de personas algunos tenían paisajes, y animales, y cosas muy raras. Muchos de ellos los tenia en el suelo, y debía ser que estaba estudiando anatomía con ellos, porque había muchos humanos desnudos. El señor Niddles me dijo que tardaría en contactar con Arcadia, y que viera la “Televisión” mientras. Reconocí la televisión por lo que nos había enseñado la señorita Mindalí, pero después de estar mirándola un rato me aburrí y me fui a otro cuarto.

Debía ser la cocina, porque tenía un horno rarísimo y muchas cacerolas, la mayoría sucias y por el suelo. Mire por los armarios, y encontré la despensa, con mucha comida, y estaba muy fría. Entonces volvió el señor Niddles y me preguntó porque no estaba viendo la “Tele”, y le dije que era porque me aburría mirar esa caja negra, y el empezó a reírse. Me llevo otra vez ante la caja, apunto con una varita y se vieron imágenes en ella.

¡Era increíble todo lo que podía verse! Me explico que apretando los números y símbolos de la varita podía ver otras cosas. ¡Era maravilloso! ¿Os acordáis de las imágenes que nos enseño la señorita Mindalí? Era algo parecido. Se veía mucha gente haciendo muchas cosas.

Unos vivían en la misma casa, y se llevaban muy mal, y se peleaban e insultaban, aunque debía haber mas gente porque se oían risas, pero no se veía a nadie.

Otros, te contaban cosas que decían que sucedía en el mundo, que si unos hombres estaban luchando con otros, que si alguien había hablado (esto no se que tenia de importante, mucha gente habla), que si alguien había conseguido algo muy importante.

También había gente jugando, en unas imágenes corrían todos detrás de una pelota, en otras se tiraban pasteles a la cara, o a “quien llega mas lejos” tirando cosas, a las peleillas, a las preguntas y respuestas...

Unas imágenes las quite muy rápido, porque se veía a gente matando gente...

En otras había algo como cuadros o pinturas que se movían, y muchas eran muy divertidas y te reías con ellas, en otras se veía gente luchando, incluso vi unas hadas y duendes, pero estaban muy mal dibujados.

Pero lo mejor fue ver las imágenes de los bosques, las selvas y los campos, las montañas y los ríos, los animales y las plantas. Y un hombre iba contando cosas, explicando algunas de las imágenes. Era precioso.

Había unos peces muy grandes, mas grandes que una casa, que llamaban “ba llenas”, aunque no decían de que, y otros tan grandes como un humano, muy listos y juguetones, que eran del final de algo. Vi unos árboles tan grandes que podrían vivir una, no, dos, no, tres familias de driadas dentro. Puede que incluso cuatro. Había una especie de ciervos con cuernos muy pequeñitos y un cuello tan largo como un troll.

Pero no pude ver mucho mas... Niddles dijo que Arcadia había contestado y que iban a abrir un portal, y tuve que volver.”

- ¡Ojalá pudiera ver esos árboles! – Suspiró la driada.
- Estoy seguro de que no usaban magia – soltó un goblin -, si pudiera ver como funcionan esas cosas...
- Seguro que se ha inventado la mitad – comentó uno de los duendecillos.
- Y dentro de cuatro días tendrá que entregar un trabajo sobre todo lo que vio y oyó. – Todos callaron y se giraron hacia quien acababa de hablar. – Y si no os sentáis ahora mismo en vuestros asientos, no será la única que tenga que entregar un trabajo.

La profesora Mindalí miraba fijamente a la clase. Y en menos de lo que tardó en batir las alas para llegar a su mesa, todos los alumnos ya estaban en su sitio. Al parecer, a la clase cada vez le gustaban mas sus lecciones. Hacia tiempo que no hacían ruido mientras ella explicaba, y después de la aventura de Imada, algunos empezaron a investigar y a consultar libros después de las clases. Menos mal que antes de la excursión habló con algunos magos amigos, para que vigilaran la zona por donde saldrían. Empezó la lección del día.

- Bien, ya veo que habéis empezado la clase sin mi. Imada a mencionado que oyó música en un carro, pero no los humanos no los llaman carros, ¿quién puede decirme como lo llaman?