viernes, 14 de septiembre de 2007

Duelo entre amigos


La figura encapuchada avanzo por el susurrante pasillo. Observaba los relojes de arena y el pasar el tiempo en ellos. En ocasiones, se paraba delante de uno, lo cogía y lo guardaba en algún pliegue de su túnica. Uno le llamo especialmente la atención. Estaba todavía bastante lleno, pero la arena caía cada vez mas rápido. A ese ritmo, se agotaría para el amanecer. Lo cogió también, y se fue dispuesto a realizar su trabajo, ya que esa persona estaba...

Muerta. Había sido grandes amigos desde la infancia, pero esa amistad ahora estaba muerta. Nadie podía decir como empezaron a distanciarse, cual fue la razón de que dejaran de hablarse, pero todos recuerdan el comentario de la noche y la disputa. Y ahora se encontraban en la parte de atrás del cementerio, los testigos dispuestos y las pistolas cargadas. Eran lo único que podían concederse ya, un duelo entre caballeros.

Se comprobaron las armas y se pusieron espalda contra espalda. En ese momento llego una carroza, y bajo corriendo una joven, sujeta casi al instante por uno de los testigos. La joven estaba llorando, y gritaba pidiendo que se detuvieran. Locura, llamaba a la situación. Empezó a suplicar, rogando que recuperaran la cordura. Les insto a recordar lo buenos amigos que habían sido. Pero la ignoraron.

Levantaron las armas, a la espera de la señal. Se contó el primer paso, mientras se oían los gemidos. Luego vino el segundo paso, con mas suplicas y lloros, que siguieron en el tercero y el cuarto. En el quinto paso, empezaron las dudas, y los recuerdos de la amistad. En el sexto, lo que habían hecho juntos, y lo que aun podrían hacer. Pero en el séptimo, los motivos de la disputa. Con el octavo paso ya no podían parar. Debían terminarlo. El grito de una negativa de la joven sonó junto al noveno paso. En el décimo paso, ambos contendientes se giraron y dispararon en medio del silencio.

Muerte observó todo el duelo, desde el principio, desde incluso antes de que se hicieran amigos. Estaba en todas partes, conocía a todos. Siempre. Solo se movió cuando ambos contendientes dispararon, hizo un simple giro de la guadaña en el momento justo, y el cuerpo cayo al suelo. Observo el cadáver unos segundos haciéndose la misma pregunta que el resto de observadores: “¿Por qué puso en medio de los tiradores?”

1 comentario:

Iriem dijo...

Este siempre ha sido uno de tus mejores relatos