martes, 11 de septiembre de 2007

Eternos rivales III


Todos habían dicho que era un error. Que no debía salir con un compañero de trabajo. Pero tenían que reconocerlo, no era un trabajo que permitiera mucha vida privada, y los roces acababan ocurriendo. Además, todos sabían lo de la jefa con Narciso. La diferencia estaba en que ellos lo harían bien, si esconderse. Y esa noche, después de una larga jornada de trabajo, saldrían a cenar. Pero no era una cita.

Tiro la ropa al suelo mientras se dirija al cuarto de baño. No iba a arreglarse demasiado, Hugo le había visto en situaciones bastante sucias, no había razón para ello. Metió su mas de metro sesenta y cinco en la ducha y dejo que el agua recorriera su cuerpo, llevándose la tensión del trabajo y los nervios por la cita. Claro que solo era una cena para ver que tal salía la cosa, no era realmente una cita.

Empezó a secarse el largo pelo negro, mientras se repetía que no había razón para arreglarse demasiado. Aunque Hugo no le recogería hasta dentro de dos horas, le daba tiempo de sobra para arreglarse un poco. Saco del cajón de la ropa interior las bragas-tanga y el sujetador que tenia guardados para alguna ocasión especial. Por supuesto, no es que esa ocasión fuera a ser especial, claro. Pero si no lo usaba esa noche pudiera ser que no se lo pusiera nunca.

Y claro, las botas que compro el otro día tendría que estrenarlas. Y un poco de ese perfume tan caro. Pero no iba a arreglarse mucho. Aun quedaba una hora para que le recogiera, y le quedaba lo mas complicado, el vestido.

No podía ponerse unos pantalones, no estaría bien. Eso le dejaba con poca ropa a escoger. Uno que le quedaba bien era el que había usado cuando tuvo que infiltrarse en el último caso contra una secta. Era un vestido largo blanco, y todos decían que le resaltaba los rasgos asiáticos heredados de su madre. Y Hugo no participó en el caso, ni llego a verla con el puesto. Lo saco del armario, pero se decepciono al ver la mancha de sangre que había en la parte delantera. Era el recordatorio de lo cerca que había estado de ser sacrificada. Por suerte, Maria lo había evitado, matando al sacerdote. Aunque aun pensaba que lo peor se lo había llevado el vestido. Si pudiera, resucitaría al sacerdote y le obligaría a limpiar la mancha.

Tras mucho rebuscar, encontró el vestido negro escotado que compró para la fiesta de navidad de la oficina. Al final tuvo que perdérsela por el caso del asesino navideño, y el vestido estaba sin estrenar. Estaba algo ceñido, pero aun le estaba bien. Busco también una chaqueta negra a juego por si paseaban un poco y hacia algo de fresco. Por supuesto, no espera un paseo romántico. No era una cita.Se felicitó a si misma, ya estaba lista y aun faltaba casi media hora. Se sentó frente al equipo portátil y continuó con el informe del ultimo caso. Apenas si llevaba dos líneas cuando sonó el portero automático. Hugo se había adelantado. Bueno, le haría esperar de todos modos. Contesto:

-“¿Si, quien es?”

-“Blanca, soy Hugo.”

-“Llegas pronto, dame unos minutos.”

-“No hace falta que te arregles...”

-“No, si acabo enseguida.”

-“...porque acaban de llamar de la central. Todos los demás están ocupados, y es urgente.”

-“¿No puede esperar a mañana?”

-“No. Guido dice que alguien a invocado un nivel 2. Rebeca nos quiere a nosotros allí.”

Un nivel 2... se acabo la cita antes de empezar.

No hay comentarios: