martes, 11 de septiembre de 2007

Eternos rivales II

Esa iba a ser la gran noche. La noche estaba despejada, las estrellas estaban alineadas y la luz de la luna llena bañaba el claro. Después de meses de preparativos, tendría su justa venganza. Venganza por los insultos que soportaba desde que era niño. Venganza por los rechazos y negaciones de todas las mujeres desde que era adolescente. Venganza por las palizas recibidas, el que le echasen de tabernas y bares, que no le dieran un empleo. Si el mundo entero le odiaba, el odiaría al mundo.

Azazel maulló y empezó a trepar por el árbol. No le agradaban los gatos mas que otros animales, pero lo necesitaba para el ritual. Lo había entrenado para que se colocase en la posición adecuada para la invocación, y espera que cumpliera su función esa noche. Después, podría reunirse con el resto del planeta en el infierno.

Empezó a realizar el pentagrama, colocando la primera punta en dirección a la “Estrella Destructora”, según el libro de demología que había logrado, y continuo con el resto recitando el “Cántico de Preparación” que aprendió del otro libro. Para dibujar la forma usaba una serie de velas que él mismo había fabricado, y que iba derritiendo poco a poco realizando el contorno. Antes de que terminase, Azazel ya había alcanzado la rama en la que debía estar.

Se situó en el centro y comenzó el “Cántico de Conexión”. Debía establecer contacto con el demonio antes de poder traerlo a este mundo. Sabia que la mitad de las cosas que hacia eran tonterías inútiles, pero tenia el elemento mas importante para que todo saliera bien: la voluntad de traerlo realmente. Cerró los ojos para concentrarse mejor en el cántico, y unos segundos después un maullido de terror le obligo a abrirlos. El pentagrama brillaba con fuerza. Realmente estaba funcionando.

Elevó la voz, dotando de mas fuerza el cántico, y empezó a vislumbrar una figura. Era gigantesca, tan grande que le veía poco mas que la cabeza, un cráneo envuelto en llamas, y el principio de un cuerpo negro musculoso, con unas alas de murciélago a la espalda. Parecía distraída con algo, pero sintió su llamada y le presto un poco de su atención. Era formidable.

Empezó a recitar el “Salmo de Invocación” al tiempo que se retiraba del pentagrama, siempre con la mirada puesta en la criatura. La perdió de vista unos segundos mientras alzaba la voz, pero enseguida entro en su campo de visión... de cuerpo entero. Estaba allí, podía sentir su energía, su poder. Estaba mirando a todos lados, y centro su mirada en él, y le habló.

“GRACIAS POR TRAERME A TU DIMENSION, MORTAL. PIDE, Y TE SERA CONCEDIDO”.

Las palabras resonaron en su mente, al tiempo que oía al gato maullar mientras se alejaba. Y solo una palabra salió de los labios del convocador.

“Venganza”.

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